Autor: Antonio Acevedo Linares
La poesía debe ser fundamentalmente una exploración del lenguaje y no hay porque quedarse forzosamente en las formas clásicas y tradicionales de escribir poesía. La poesía es una seducción de las palabras donde hay que hacer estallar el lenguaje y arriesgar una metáfora para crear un universo.
La poesía moderna se ensambla con los materiales, las formas y expresiones menos poéticas o propias de la poesía. Es un híbrido que se nutre de otras expresiones del lenguaje donde hay textos que son el resultado del ensamble entre el poema y el ensayo, entre la narrativa y el poema. Las fronteras que separan los géneros de la creación literaria se han borrado desde hace mucho tiempo.
Los muros de Berlín de la poesía también han sido derribados. Las vanguardias poéticas crearon textos de la más absoluta belleza e imaginación bajo el postulado de estos experimentos estéticos.
El poeta contemporáneo no puede ser ajeno a estas prácticas poéticas. Los temas de la poesía, desde lo juglares medievales hasta nuestros días, han sido siempre los mismos: el amor, la vida, la muerte pero en cada época, bajo una sensibilidad nueva de escribirlos, los hace distintos.
La poesía tiene que purificar el lenguaje de las formas anacrónicas, los lugares comunes, las frases hechas, la obviedad, el sentimentalismo agrario, la retórica, la oratoria, la imagen sin trasfondo humano o estético, la metáfora simplista.
La poesía se escribe bajo las múltiples coordenadas del lenguaje que tiene muchas aristas, desde una poesía coloquial, conversacional, narrativa hasta una poesía de atmósferas creada con el poder de las palabras en imágenes audaces. Ninguna puede considerarse ni mejor o peor en detrimento de otra.
La poesía tiene muchos caminos para llegar el cielo o al infierno. En la búsqueda por adquirir una voz propia la exploración del lenguaje debe ser un principio estético y ético que oriente el poeta porque es necesario que la poesía acceda a la modernidad (la poesía que no acceda a la modernidad está pérdida) y sea el canto propicio en este tiempo también de los asesinos.
La poesía en Santander ha alcanzado en las últimas generaciones un alto grado de desarrollo del lenguaje, que ya bordea los límites de la modernidad, pero hay quienes todavía viven rezagados de la historia, la estética y el pensamiento de la modernidad.
Son los agrupados en casas o en asociaciones en donde se escribe una " poesía " en un tono y un estilo completamente anacrónico en un universo poético de todavía no logran configurar. Los jóvenes poetas de la generación de fin de siglo que han surgido en las últimas décadas tienen en sus textos una atmósfera poética creada por un lenguaje limpio, diáfano, despojado en un tono asordinado de una poesía que se escribe sin estridencias.
La poesía erótica, amorosa, social o lírica bajo una atmósfera filosófica o existencial o urbana es una constante en la actual poesía en Santander. Se explora en el lenguaje con textos que trascienden lo géneros y hay una búsqueda por alcanzar la plenitud de la palabra en una escritura que hace un diálogo por el interior de sí mismo, se intenta desflorar la metáfora en imágenes oníricas y se arriesga un verso para crear un mundo.
Son textos o poemas que están en la corriente de la poesía moderna y son la memoria viva de la existencia del poeta.
Autorretrato con girasoles de Julio César Correa, Evocación del espacio de Claudio Edgar Anaya, Los girasoles de Van Gogh de Antonio Acevedo Linares, Los laberintos de silencio de José Ortega Moreno, el Libro del aprecio de Augusto Pinilla etc son parte de las obras poéticas modernas que figuran en el panorama de la poesía en Santander.
Allí están representadas las nuevas y anteriores generaciones de poetas que en su poética tienen el fervor de una poesía que se escribe como si estuviera creando el mundo, o amando a una mujer sobre la hierba. Una poesía escrita con un ojo en la frente, lúcida como un aforismo griego.
Entre las nuevas voces de poetas santandereanos figuran igualmente, Hernán Vargas Carreño con su libro recientemente premio nacional, País íntimo, Yirama Castaño con su Jardín de sombras, Luz Elena Cordero con su libro Cielo ausente, cuyo lanzamiento se hizo recientemente en Bucaramanga y, muchos otros jóvenes que emergen con mucha imaginación y audacia con una obra en proceso.
Es significativo señalar que en la última década se ha originado en la ciudad una prolífica actividad poética y un auge por la actividad literaria en general donde se asiste a talleres de poesía y cuento principalmente, sin descartar la novela. Los novísimos escritores se están formando alrededor de estos círculos literarios en el Instituto Municipal de Cultura y en la Universidad Industrial de Santander.
La poesía en Santander ha tenido una larga tradición, no obstante, el rescate y valoración del patrimonio literario de la región está por realizarse por parte de las entidades y organismos culturales y académicos. Los poetas contemporáneos somos también herederos de una poesía escrita en la región aunque a veces no se reconozca porque nos creemos muy universales y pensamos que en la aldea no puede surgir la modernidad. En este epigrama exorcizo esa idea.
EPIGRAMA
Los universos que la poesía no
los busques por el mundo
en un mar de trasatlánticos
vuelve a la tierra de los orígenes
donde caminas por los patios
olorosos de la flor bebida
por los colibríes y las muchachas
el mundo es una aldea donde
un crecen los girasoles de Van Gogh.
En la ciudad también contamos con poetas que aunque no nacidos en el departamento viven desde hace muchos años en estas tierras en donde ya han echado raíces y cosechado una obra poética moderna.
Figuran Zaida Benavides con su libro Infiel, premio metropolitano de poesía, concedido por el Instituto Municipal de Cultura, Enrique Chaparro, con su libro Las islas Migrantes y Carlos Arias Mendoza, con su libro Morada Urbana, tercer premio poesía ciudad de Chiquinquirá.
La poesía más allá de la imaginación y de la inteligencia es una cuestión de lucidez. Rimbaud dirá que es una cuestión de ser vidente El poeta es un visionario que ve más allá de las cosas que ve el resto de los mortales y los sigmósgrafos, como diría Huidobro, registran su paso por el mundo.