Autor: Jaime Colpas Gutiérrez - Profesor de Programa de Historia de Uniatlántico, magíster en Historia y Doctorante en Ciencias Humanas - Barranquilla, Colombia
Estalló la polémica sobre el esperpento y engaño del ex gobernador Segebre: “la Universidad de Suan, o del Sur”, la cual no pasó de ser un evento mediático en su inauguración, el 28 de diciembre del pasado año.
Cuando con “bombos y platillos” el benefactor de los “damnificados del Sur” entregó un reconocimiento a la ex ministra de Transporte, Natalia Abello; el vicepresidente, Germán Vargas y al ministro de Vivienda, Luis Felipe Henao teniendo como testigo a su sucesor Verano de la Rosa.
Además expresó:“que se trata de una sede de la Universidad del Atlánticoque funcionará en convenio con entidades como el Sena, la Esap y también han expresado su interés de vincularse las universidades de Magdalena y Bolívar (El Heraldo, 29 de diciembre de 2015)”.
Cuatro meses después ha crecido la indignación de sectores sociales interesados, debido a que el proyecto personalista y mítico de Segebre y su secretario de educación Carlos Prasca y candidato a la rectoría de Uniatlántico no arranca, y ni arrancará como señaló al país la columnista Cecilia López Montaño, ya que se trata de “Un Elefante Blanco de $18.000 millones de pesos (El Heraldo, 7 de mayo de 2015)”.
Más aún, tal proyecto nació muerto por estas razones: el proyecto de Unisur lo realizó el ejecutivo departamental con sagacidad, compulsión e ilegalidad (con un récord de seis meses. Irónicamente, a seis años del desbordamiento del Canal Dique existen cambuches de damnificados muy cerca), violándose el principio de Autonomía Universitaria, ya que se necesitaba la aprobación del Consejo Superior y aquiescencia del Rector en propiedad como máxima autoridad (este existió hasta el 2014); después de la presentación y sustentación del “Estudio de Factibilidad” académica, lineamientos curriculares, estatutos docentes y estudiantil, financiamiento de la plata docente, administrativa, laboral y recursos para el mantenimiento y la dotación de la moderna edificación de marras.
Al ex gobernador se le olvidó que la Universidad del Atlántico fue parida por una Ordenanza del 15 de junio de 1946, aunque es financiada en un 80 % por el MEN. Es más de la nación que del departamento, por lo que debió contar con el conducto regular de la ministra de educación y el ministro de hacienda.
Además de la consulta de la promotora del acuerdo de reestructuración de pasivos (ley 550) Durley Romero Torres, quien prendió las alarma por el escenario financiero negativo y el aumento de gastos de funcionamiento en el presupuesto del 2016 (los contratos por prestación de servicio crecieron en un 40 % en la actual administración encargada de Rafaela Vos Obeso, ¡por Dios!; véase comunicado de la promotora de la ley 550, (20 de abril), quien recomienda el aplazamiento del actual concurso docente (160 plazas) por desfinanciamiento de UA.
En otras palabras, se hizo a espaldas de la disfuncional Uniatlántico. Se quiso disfrazar el “error monumental” con detrimento patrimonial del fisco público para pescar en río revuelto dividendos políticos en un futuro electoral, con palabras retóricas y metáforas del neopopulismo Latinoamericano (con las Universidades Bolivarianas en Venezuela sucedió los mismo) al sustentarse la falsa tesis de que se trata de una “sede de Unitlántico en el sur del Atlántico” como declaró erróneamente al Observatorio de la Universidad ColombianaCarlos Prasca que “esta no es una universidad diferente ni nueva, sino una extensión de la Universidad del Atlántico, autorizada por el Consejo Superior y permitida por el Ministerio de Educación Nacional, en el espacio geográfico en donde está creado un CERES, que no ha dado el resultado esperado, y en donde también comparten clases estudiantes de la Esap y el SENA”. Las razones aludidas aquí prueban lo contrario.
En conclusión, la Universidad del Suan (si revisan la página web de la gobernación, el contrato se celebró con la alcaldía del Suan) nació fallida y es inexistente, por lo cual se trató de un injerto que surgió de promesas bulímicas de un candidato que se hizo gobernador prometiéndoles a centenares de víctimas del desastre del Dique y el Río Magdalena un futuro mejor, con el ingreso a la modernidad a través del acceso a la educación técnica profesional con calidad.
También, su imaginario social es la cuota inicial del viejo proyecto del padre de la regionalización en Colombia Orlando Fals Borda, q.e.p.d., quien propuso la creación del Departamento del Río con una universidad anfibia que abriera la puerta al desarrollo a los pueblos del bajo Magdalena.
Por ello, Eduardo Verano, líder de la Región Caribe insistió en el último Consejo Superior para que la universidad asumiera este craso e irresoluto problema que la UA no puede asumir, ¡ni en chiste! porque será su defunción eterna.
El Atlántico no es tan extenso como Antioquía y el Valle y la regionalización no es tan necesaria, porque de los setenta se convirtió en un dormitorio de su capital comercial y portuaria. Sin duda, es “un minúsculo departamento (3.338 Km2)” como le sugirió el médico revolucionario liberal Julio E. Vengoechea al General Rafael Reyes para que lo creara desde arriba el 11 de abril de 1905 (Véase Colpas, Jaime, La Formación del Departamento del Atlántico, Gobernación del Atlántico, 2005).