Autora: Anke Oesterreich
En Colombia tengo dos grandes amores platónicos: Jorge Isaacs, de origen judío, aventurero, escritor, educador, poeta, embajador, descubridor de hulleras, traductor, político, profesor, fundador, descifrador de los jeroglíficos de los indígenas del Magdalena Medio, y quién, tal vez, por llevar una vida tan intensa, lamentablemente murió a la corta edad de 58 años.
¿El otro?
Geo von Lengerke, alemán, de noble cuna, ingeniero, políglota (latín, italiano, francés, inglés, alemán y español), experto en tocar el piano, comerciante, exportador de quina, tabaco y sombreros, constructor, fundador de la casa comercial Lorent y Wolkman, miembro activo del Banco Santander. Otro hombre que vivió su vida intensamente y también murió muy joven, poco antes de cumplir 55 años
Tenían una frente amplia y despejada, señal inequívoca de gran inteligencia, mirada profunda e intelectual, llamativos bigotes, cultos, emprendedores, en pocas palabras, tremendamente atractivos! La historia los recuerda como grandes hacendados. Jorge Isaacs dueño entre otros predios de “El Paraíso”, “La Rita” y “Manuelita” (hoy Ingenio Azucarero Manuelita) y Geo von Lengerke de “El Corregidor”, “Montebello” y “El Florito”.
Aunque en la vida pública tienen muchas similitudes, su vida privada fue muy diferente. Mientras Jorge Isaacs se casó muy joven con Feliza González, cuyo matrimonio duró hasta su muerte.
Geo von Lengerke nunca lo hizo y prefirió ser un conquistador de tiempo completo dejando, dicen, muchos “pequeños Lengerkes” por donde pasaba, aunque reconoció al menos a dos de sus hijos con la Escritura No. 245 del 18 de Agosto de 1880 en la Notaría de Zapatoca constituyéndolos como herederos.
Vivieron en épocas similares y a pesar de haber llegado muy lejos con sus proyectos y obras, lamentablemente murieron en la ruina: Isaacs junto al Combeima en Ibagué, Tolima y Lengerke en Zapatoca, Santander.
Bueno, lo cierto es que, tienen otro detalle muy importante en común y que jamás entrará en discusión: los adoro a ambos !!!
Mi visita a Zapatoca
Hace poco tuve la oportunidad de conocer Zapatoca para lo que transité desde Bucaramanga durante varias horas por carretera destapada. Mi única intención era visitar la tumba de Geo von Lengerke y cuál no sería mi sorpresa al darme cuenta que ese sitio de Santander, llamado “Del Clima de Seda”, supo atraparme con su magia transportándome al pasado y permitiendo al mismo tiempo embriagarme con la belleza del presente.
En ese momento supe que Zapatoca, sin duda alguna, era un pedacito del Paraíso Terrenal que se desprendió con el firme propósito de caer en tierras Santandereanas y allí estaba yo, Anke, cristalizando uno de mis grandes sueños.
Caminé lentamente por sus calles a la sombra de los árboles, imaginándome los recuerdos de infancia que atesoraría cada esquina, sus amplias ventanas, sus paredes de bahareque y tapia pisada, sus jardines con flores de mil colores, sus patios coloniales y las construcciones, piedra por piedra, de sus caminos reales.
Seguí caminando hasta encontrar la calle que lleva su nombre y comencé a escalar, a pleno sol los 246 escalones que me llevaban hasta la entrada del Camposanto. Estaba tan emocionada por llegar que no sentí que me estaban quemando los fuertes rayos del sol del mediodía. Llegué!
No había persona alguna y reinaba total silencio. Entré muy despacio por respeto a las demás tumbas centenarias. Miré hacia la izquierda encontrándome con un frondoso árbol de pequeñas flores color violeta.
Sobre la pared podía apreciar las tejas de tonos sepia inundadas de musgo y un poco agrietadas por el correr de los años. El camino entre las tumbas estaba elaborado minuciosamente con piedras de diferentes formas y separadas por pequeños pedacitos de hierba y plantas rastreras.
Luego miré hacia la derecha y todo era igual de hermoso. Casi al fondo, en la mitad del camino de piedra divisé una gran cruz y detrás, a medida que me iba acercando, una reja de hierro forjado.
Allí no podía estar Geo von Lengerke ya que la historia dice que su sitio de descanso estaba separado de las demás tumbas por una pared. (Decisión tomada por los ciudadanos de Zapatoca porque no profesaba la religión católica, aunque siempre la respetó).
Caminé lentamente, disfrutando cada pisada cuando de pronto apareció una conocidísima combinación tricolor: negro, rojo y amarillo. Pero si estos son los colores de la bandera alemana! Bum, bum, bum… afortunadamente no sufro del corazón porque en ese momento se me hubiera podido salir.
Flores en el Cementerio Viejo | Piso del Cementerio | Inscripción en la Tumba de Lengerke |
La tumba anteriormente | Anterior Tumba de Lengerke | Estado actual |
Rejas que bordean Tumba | Así se encuentra hoy | Tejas encima de las paredes |
Sí, aquí tiene que reposar Geo von Lengerke! Pestañee varias veces pensando que tal vez el sol de mediodía me estaba haciendo una jugada pero efectivamente allí estaba su nombre. Caminé lentamente, disfrutando cada pisada cuando de pronto apareció una conocidísima combinación tricolor: negro, rojo y amarillo.
Geo von Lengerge nacido en Dohnsen (Braunschweig en Alemania) el día 31 de Agosto de 1827 y muerto en Zapatoca el día 4 de Julio de 1882.
Paz a su Tumba
En ese instante comprendí que cualquier esfuerzo por llegar allí fue poco. Me olvidé del viaje por carretera destapada, del picante sol del mediodía y de los escalones. Pensé en su madre Emilie quién al enterarse del fallecimiento de su querido hijo mandó tallar en mármol blanco y piedra labrada una sencilla pero hermosa lápida la cuál envió desde Alemania. Respiré profundo para acercarme y coloqué mi mano sobre ella con mucho respeto.
Sé que los Zapatocas siempre cuidarán su tumba con agradecimiento, respeto y cariño pero tengo una duda: cuándo se efectuaría el cambio de la cruz de material por una de hierro forjado?
Mentalmente lo bendije una y mil veces por haber colocado tan alto el nombre de su patria porque -sin ser perfecto- fue un hombre muy carismático quién nunca dudó en ayudar a sus semejantes, quería inmensamente los animales (como a su perrito de raza salchicha –Dachshund- traído de Alemania) y las plantas a las que en más de una ocasión tuvo que, muy a su pesar según la historia, tumbar para poder seguir construyendo los caminos reales.
(Incluyo un comentario de mi padre, Werner C. Oesterreich, quién siempre decía que no le prestara atención a los rumores negativos sobre alguien porque si esa persona era buena con los animales y las plantas merecía toda mi confianza.)
Me despedí con los ojos enjuagados de lágrimas mezcladas con alegría por haber podido estar un rato a su lado, con orgullo porque nació Alemania y con nostalgia porque regresaba el mismo día a Bucaramanga. Prometí visitarlo tan pronto se me presentara otra oportunidad.
Atravesé la puerta del Camposanto no sin antes dirigirle una mirada de despedida temporal y bajé lentamente los ya mencionados escalones llena de proyectos y planes. Descansando sobre una piedra milenaria dejé volar mi imaginación y supe en ese instante que el nombre de Geo von Lengerke, aunque haya recorrido los Santanderes y gran parte de Colombia, está tan unido a Zapatoca que se han convertido casi en sinónimos.
¿Quién no lo asocia inmediatamente con el de Zapatoca o al revés?
Sin duda alguna por nuestras venas, sin distinción de patria, raza, color, cultura, religión, estatura o edad,corre el pasado y al mío con toda seguridad y a mucho honor, pertenece ese “Dios Errante” de Pedro Gómez Valderrama, que fue bautizado con el nombre de Georg Ernst Heinrich von Lengerke en la Iglesia Evangélica Luterana de Dohnsen, Alemania!