Autor: Javier Montes Becerra
Los humanos han creado seres imaginarios siempre. En todas las civilizaciones se han contado historias de animales extraños, de dioses con apariencia humana, de bestias terribles.
Antes de que se inventaran los aviones y las cámaras fotográficas, nadie sabía lo que se podía encontrar en otros países; y la imaginación volaba. De hecho, ni siquiera hoy en día podemos estar totalmente seguros de la vida que existe en el fondo del mar o en las montañas más altas.
Las criaturas imaginarias permiten explicar, a menudo lo inexplicable, al adoptar una apariencia muy próxima a la de las personas reales (las hadas, con cuerpo de mujer, los elfos, los duendes, los dioses de la mitología, etc.) o muy alejada (los dragones, los monstruos de varias cabezas, etc.).
Los antiguos griegos atribuían una función a cada uno de sus dioses: la cólera de Zeus provocaba los maremotos, mientras que Poseidón desencadenaba tempestades y temblores de tierra.
Los mitos son cuentos llenos de símbolos donde se intenta explicar el origen del mundo o de una civilización. Muchas veces formaban parte de la religión de un determinado pueblo. Y Mitología es el estudio de esas leyendas y narraciones míticas, que cuentan cómo comenzó el mundo, cómo fueron creados los seres humanos y los animales, y cómo se originaron ciertas costumbres o actividades humanas. Casi todas las culturas poseen o poseyeron alguna vez mitos y vivieron en relación con ellos.
Pero creer en seres de fábula permite también explicar los deseos más arraigados del ser humano: los dragones, por ejemplo, están dotados de una fuerza que les permite atacar o defenderse con toda seguridad; las sirenas, que atraen a los marinos con sus cantos, representan el poder de seducción; los héroes, hombres que regresan después de haber vencido a criaturas malvadas, y por consiguiente, son admirados por toda la comunidad.
Creados por la imaginación humana, las criaturas fabulosas, los mitos y los dioses aparecen en las diferentes manifestaciones artísticas de todos los tiempos y todos los países. Se encuentran en la literatura, desde los textos sagrados o mitológicos (ejemplo, la serpiente marina llamada Leviatán, en la Biblia), hasta la literatura contemporánea (El Señor de losanillos, de Tolkien), pasando por las narraciones medievales o los cuentos de Hermanos Grim.
No hay una forma de arte que no se haya inspirado en criaturas fabulosas o divinidades: la arquitectura, la pintura, la música, la danza, el cine, el teatro, la escultura, etc, así puede decirse que siguen presentes entre nosotros.
Hoy, en una sesión especial, los académicos del Centro de Historia de Zapatoca, queremos retomar, a manera de conversatorio, el tema de los cuentos de espantos, de los mitos y las leyendas que han acompañado por generaciones a los habitantes de esta hermosa Villa, con la intención de crear un documento fílmico y de comprometer a los habitantes más viejos de Zapatoca, para que haciendo gala de su bien ponderada actitud para la tradición oral, no dejen de contarle a los jóvenes y niños esas historias que forman parte del bagaje cultural y que si no sucede otro apagón, como el del /95, y si no las contamos a los niños, se irán a pique hacia lo mas profundo del olvido en el mar de la modernidad.
Esperamos que este documento sea mostrado como un elemento de tradición y que los más jóvenes lo puedan observar repetidas veces, a través del Canal Comunitario de Aupaza, a quienes desde ya damos los agradecimientos por esta oportunidad que le ofrecen a la tradición oral de nuestro municipio.
Con ustedes, los académicos del Centro de Historia del municipio de Zapatoca, en sesión especial, Bienvenidos.
Zapatoca, junio 3 de 2006, Javier Montes Becerra, Centro de Historia.
MITOS Y LEYENDAS
Recopilación Carmen Pinilla Díaz, Secretaria Centro de Historia
Se llaman mitos y leyendas a las historias que los pueblos antiguos contaban acerca de sus héroes y creencias religiosas o para explicar fenómenos que no entendían. En la antigüedad, cuando la gente aún sabía poco sobre los fenómenos naturales, como la salida y puesta del sol o el origen del mundo, los explicaban con mitos.
Antes que se desarrollara la escritura, los mitos se contaban de generación en generación; estudiando los mitos de un pueblo podemos aprender mucho de sus costumbres, creencias y valores.
Las leyendas son historias populares sobre las hazañas de algún héroe, que aunque muchos sí existieron, las historias de sus hazañas eran exageradas. Todos los pueblos tenían sus propios mitos o leyendas para explicar los fenómenos naturales; para los antiguos griegos, el Sol era el dios Apolo que conducía una carreta de fuego a través del cielo, en tanto que los antiguos egipcios creían que Ra, el dios del Sol, navegaba por el cielo en un barco.
La gran mayoría de los pueblos antiguos tenían sus propias leyendas para explicar el origen del mundo: según muchos, primero había oscuridad, agua o nada, y de ahí salió un dios que comenzó a crearlo todo. Un mito o leyenda de la India cuenta que el mundo comenzó cuando una criatura, con forma humana, se dividió en hombre y mujer, de su matrimonio surgió la humanidad y luego los animales.
En Colombia, los mitos o leyendas son temidos y creídos, pertenecen a la nostalgia y a la tradición oral de los pueblos que unieron la fantasía con las creencias populares para darle vida a unos seres que, paradójicamente siglos después, sus historias siguen circulando por las principales vías de cualquier ciudad.
Pero, ¿por qué hoy, en pleno siglo XXI, se continúa hablando y creyendo en una serie de leyendas y espantos que van desde el tal sonado “coco” que utilizaban los padres para intimidar a sus hijos, hasta personajes tan populares como la Patasola, el Mohán, el Duende o el Tunjo de Oro, entre otros?
Si bien dicen los sicólogos, que la época en que las leyendas o los mitos tuvieron su apogeo gracias a la tradición oral que comunicaban nuestros abuelos, fue prácticamente aniquilada con la llegada de la luz eléctrica; sin embargo, no deja de llamar la atención que la población que hoy reside en los sectores urbanizados, con un alto nivel de escolaridad y con un fácil acceso a la información, aún crea en esta clase de leyendas.
Puede que la mayoría no lo diga públicamente, pero contrario a lo que pudiera pensarse, personajes muy prestigiosos de nuestras ciudades continúan temiéndole a los “fantasmas” que crearon las leyendas, dicen los historiadores.
Por ahí dice el adagio popular que “pueblo chiquito, infierno grande”, y esta gran verdad está reflejada en la mayoría de los pueblos limítrofes con Zapatoca; recordemos que esta población comprendía lo que hoy es San Vicente, Betulia e inclusive, Galán; por tal razón, las leyendas de todos estos pueblos bien pueden pertenecer a nosotros mismos:
La leyenda del tabaco
Cuentan los musulmanes que Mahoma, a quien veneraban como a su profeta, tenía poder de realizar prodigios.En una hermosa tarde de primavera recorría Mahoma con varios de sus discípulos un frondoso jardín, cuando de pronto vio en el suelo, cerca de él, un animalito que se agitaba penosamente.
Era una víbora, que al pasar por una planta espinosa se había enganchado en una de sus enormes púas, y no podía desprenderse, pues sus esfuerzos servían sólo para ahondar su herida y aferrarla más al mortal lazo.
El profeta quiso librar entonces a aquel ser de su martirio. Guárdate de intentar semejante cosa, le dijo uno de sus acompañantes, -ese cruel animalito podrá hacer que te arrepientas de tu buena acción-.
Era ya tarde, Mahoma había separado cuidadosamente al reptil de su punzante prisión; pero el ponzoñoso animal, rápido como el pensamiento, le clavó sus colmillos en la mano, causándole una pequeña herida.
Entonces, el profeta arrojó lejos de sí a la víbora, que huyó entre la espesura; chupó con fuerza el sitio en que el reptil había depositado su veneno, y escupió en el suelo, diciendo:
— ”Has devuelto mal por bien; eres la ingratitud, que la tierra reciba tu ponzoña y la convierta en una planta venenosa que recuerde tu maldad y tu vileza”.
Apenas había acabado de pronunciar estas palabras, cuando el suelo se estremeció y surgió de él un tallo velloso, de vara y media de altura, de hojas grandes y azuladas y flores anaranjadas que expedía un olor acre y repulsivo.
Era el tabaco, cuyas hojas venenosas tienen tanto atractivo para la gran mayoría del género humano que aspiran su humo, irritante y nauseabundo como si fuera el más delicado de los aromas.
El Duende
Primo hermano del diablo, pero un poco menos malo; dedicado exclusivamente a asustar y darle su merecido a los muchachos de 10 y 15 años, que son groseros y maleducados con sus padres y mayores.
Acerca del duende se tejen infinidad de leyendas, como la del joven que desapareció dos días y al final fue encontrado sobre una piedra en el centro del río Suárez, sitio al cual este muchacho no habría podido llegar por sus propios medios.
O la muchacha, que un día se la llevó el duende por no obedecer a su mamá y fue encontrada mas tarde en un escalón del precipicio del Salto Blanco; o la del muchachito de doce años, que le robó unas monedas a su papá y apareció en la rama de un árbol, de más de cien metros de altura con arañazos en todo el cuerpo.
El Mohán que perturbó a Girardot
“Cuando niños nos enseñaban las leyendas del mohán, la patasola, los duendes, y ahora parece que esos cuentos se nos volvieron realidad”, comenta Milton Mayorga, uno de los habitantes de Girardot curioso por la escultura que tenía al borde de un colapso a los habitantes de esta población el pasado 14 de abril de 2006 y encontrada en el barrio Kennedy de la población; “vimos que corría velozmente, tenía ropa verde y un gorro rojo.
Salió corriendo cuando lo vimos y luego empezó a perseguirnos, posteriormente lo vimos convertido en un muñeco de madera”, decía un habitante del barrio; “esto puede ser para bien, como puede ser para mal”, decía otra de las personas que, supuestamente, habían visto al “personaje”; en medio de la oscuridad y armados con linternas y humo de tabaco, esperaban encontrar un tesoro en el hueco de donde los niños dijeron haber visto salir al personaje, que después apareció convertido en una estatua de madera en la cancha del barrio; la angustia de los habitantes de Girardot no era para menos, considerando lo que se rumoraba: que en un ritual, con una tabla ouija unos muchachos liberaron a tres “duendes”, un niño había desaparecido y que el mohán había escupido en la cara a un profesor cuando éste intentó perseguirlo.
“Todo esto es mentira”, comentan otros, pero al mismo tiempo recuerdan una leyenda que se pasea por el pueblo hace cuarenta años, cuando el barrio era puro monte, y decían que "por las noches salía de entre los matorrales un niño chillando, que se paseaba por el vecindario y luego desaparecía misteriosamente”.
De todas maneras, la romería se fue diluyendo cuando la policía tomó la figura, que supuestamente fue llevada a “un museo para ser estudiada”.
El viejo indio que cuida las aguas
La leyenda del Mohán, junto con los personajes, como la “patasola” y la “llorona”, es una de las más extendidas por el país; aunque. “el indio viejo que cuida las aguas” es una creencia fuerte en comunidades de la ribera del río Magdalena, especialmente en Tolima y Huila. Se dice que es un indígena hechicero que previó la llegada de los españoles y se internó en el monte.
Desde entonces es considerado el dios de la montaña y las aguas. Se le describe como un anciano fumador, de ojos brillantes, peludo y aspecto atemorizante, que persigue a las mujeres bonitas, las rapta y se las lleva a su guarida, donde permanece varias noches con ellas, después las regresa al sitio de donde las tomó, no recordando ellas absolutamente nada de lo que pasó.