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Los Senadores, dos décadas después

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Evaristo Camargo-Rodas - Periodista Cultural y Crítico de Arte - Barranquilla, Colombia

 

Autor: Evaristo Camargo-Rodas

En el año de 1995 el maestro Antonio Iginio Caro arribaba a sus 25 años de vida artística. Sus bodas de plata en y con el arte lo cual implica en la actualidad, al 2015, 45 años de proceso-proyecto con igual o mayor potencia, energía y visión adelantada en sus siempre frescas y novedosas aportaciones en los distintos géneros, soportes, técnicas, materiales y formas que recogen y plasman su siempre alerta, irónica y punzante creación.

El festejo de esas bodas fue ganar su participación al VII Salón Regional de artistas costeños en representación de Barranquilla, efectuado en la sede del Museo de Arte Moderno de Cartagena ese año.

Antonio Iginio Caro romero - Pintor - Barranquilla, ColombiaLos Senadores”, “Democracia” y “objetos de Cultura” fueron las vigorosas credenciales artísticas- plásticas propuestas por Caro. Lo que aconteció quedó registrado para la historia del arte regional y nacional, comenzando porque un texto crítico del suscrito fue publicado el día siguiente de la inauguración del salón, en el prestigioso medio periodístico “DOMINICAL” que circulaba con el periódico insignia de Cartagena ciudad sede del evento EL UNIVERSAL.

Mientras se daban a conocer los ganadores muchos cayeron en cuenta que esa publicación, titulada nada más ni nada menos que así: “LO REAL ILUSORIO DE CARO EN EL ARTE” fue en sí misma un premio puesto que represento el único ensayo publicado y dedicado a un solo artista participante en el salón… a Antonio Inginio Caro.

Hoy, a 20 años de ese salón vemos, constatamos como la verdad del arte vertida poderosamente en la propuesta de Caro “LOS SENADORES” tuvo, infortunadamente monitorio, de demoledor dar en el blanco, en la diana: construida sobre una alfombra (que carácter simbólico de hondo alcance) de 2.000 x 1.80 mts con trampas para ratas y ratones sobre encima, aplastando todo el territorio nacional representado en el mapa de Colombia medio periodístico “DOMINICAL” que circulaba con el periódico insignia de Cartagena ciudad sede del evento EL UNIVERSAL.

Mientras se daban a conocer los ganadores muchos cayeron en cuenta que esa publicación, titulada nada más ni nada menos que así: “LO REAL ILUSORIO DE CARO EN EL ARTE” fue en sí misma un premio puesto que represento el único ensayo publicado y dedicado a un solo artista participante en el salón… a Antonio Inginio Caro.

Hoy, a 20 años de ese salón vemos, constatamos como la verdad del arte vertida poderosamente en la propuesta de Caro “LOS SENADORES” tuvo, infortunadamente monitorio, de demoledor dar en el blanco, en la diana: construida sobre una alfombra (que carácter simbólico de hondo alcance) de 2.000 x 1.80 mts con trampas para ratas y ratones sobre encima, aplastando todo el territorio nacional representado en el mapa de Colombia.

El Misionero - Órgano de los Intereses de la Sociedad Hermanos de la Caridad - Los Senadores - Barranquilla, ColombiaEl renombrado, culto, erudito artista, curador del salón y del Museo EDUARDO HERNANDEZ tuvo, a mi juicio, uno de sus mayores aciertos curatoriales de su ilustre carrera: abrió el salón, desde la entrada con Barranquilla (un performance de Alfonso Suárez, quien a la postre ganó)

Y lo cerró en la terraza superior especie de balcón al aire libre en el 2 piso con Barranquilla… precisamente la obra del maestro Caro. Entonces quienes recorrían todo el salón terminaban allá arriba contemplando, sorprendiéndose, asombrándose, desconcertándose sacudidos por la gran fuerza conceptual de su discurso plástico.

Todo ello lo sintetizó para la posteridad el en ese entonces alcalde de Cartagena Doctor Guillermo Panizza una personalidad sensible, amante y conocedor del arte, coleccionista refinado (su hermano es un nombre obligado en el arte de la costa) quien permaneció toda la jornada frente a la obra de Caro atendiendo a interminables grupos de quienes se le acercaban y con quienes dialogaba, conversaba opinaba dirigiendo la Parola hacia la obra de Caro y retratándose con ellas.

El alcalde Panizza llamaba a cada rato a Caro para que se retratara con esos interlocutores y fue en uno de esos momentos que lanzó unas frases para la posteridad que hoy, 20 años después revelan verdad y vigencia:

“Esta obra es esto; siempre ha sido así; esto es antes y siempre será así… Alí Babá y los 40 ladrones

— Maestro -le continúo diciendo posando su mano sobre el hombro de Caro- "sino le dan el premio es porque no se quieren ver en el espejo”.

Como vimos consternados lo que vino a continuación fue el exterminio de la Unión Patriótica; el nauseabundo fenómeno de la parapolítica; la alianza sangrienta de políticos con criminales de toda ralea; el descarado espionaje y violación a la privacidad e inadmisible e inhumano sacrificio de jóvenes desempleados, inocentes, en los infamemente llamados “falsos positivos”.

De acuerdo con la eminente intelectual e escritora caleña María Elvira Bonilla, a quien recuerdo de mis tiempos de corresponsalía del Diario EL PUEBLO y el magazín contrastes de Cali, tal atroz e imperdonable crimen se perpetró … para responder a la directiva 29 del 25 de noviembre de 2005, firmada por el Ministro de defensa Camilo Ospina en el gobierno de Álvaro Uribe.

Fue el único acto por el que se mal recordara el efímero paso de este abogado, quien dejo la secretaria jurídica de la presidencia para ser cabeza de las DD.MM. y viajar luego a la OEA a intentar apagar los incendios por las investigaciones que caminaban con pie firme contra su jefe por la violación de derechos humanos… “Además de asesinarlos, se pagó por su muerte cerca de $ 4 millones. Nunca se sabrá, por el secretismo con el que las FF.MM se gastan los 23 billones de presupuesto Cuánto pagamos los colombianos por matar compatriotas inocentes” (columna en El Espectador: ¡QUE HABLEN LOS GENERALES! Lunes 29 de junio, 2015 pág. 30, Edición N° 36.867)

Aquí queda demostrado (como diría una famosa canción del Grupo Guayacán) que el arte que se precie de tal como “Los Senadores” se fortalece con el paso del tiempo.

Transcribo mi ensayo referido arriba en el cual notaran como escribía de bonito, con abundancia de datos pertinentes y profundos conceptos:

“El previsible eclipse de las normas básicas de la modernidad en el arte, o sea de su reducción formal, su contenido teórico altamente desarrollado y su eterna búsqueda de lo nuevo, dieron lugar a la prevelencia de cierto ecleclicosmo cuya mayor distinción es la ausencia del predominio de algún estilo o corriente. Aun hoy, a fin de siglo, sigue imperando tal situación.

Hasta ahora, esta ambigüedad del arte internacional arroja dos grandes conquistas, el fin de la controversia entre las corrientes realista y la abstracta, reemplazada por lo que se conoce como el “Anithing goes” en el que arte figurativo en el que arte figurativo y el no figurativo convergen repito tolerantemente “en una histórica pareja contradictoria”, Es una, y, la licencia según la cual “todos los medios están Justificados” para la expresión artística, es la otra.

Por supuesto que esta carta credencial para experimentar con todos los medios no tiene -como es de pensar- la misma buena fortuna para todos. Comprobamos que mientras gran cantidad de tubos de óleo devienen en vibrantes obras de arte por la gracia de su disposición y de la secuencia de color malérico que sale tal cual de ellos como en la titulada “de instruments sur papiers peints” del maestro Arman para su retrospectiva en el Centre Georges Pompidou de Paris, esos mismos elementos, empleados por cualquier arbitrario, resultan en laslimosas temeridades.

De donde se demuestra que el visto bueno para todos los medios en arte, no conlleva el automático logro, per se, de los improvisados. Que conste. Las nuevas y amplias posibilidades en el arte contemporáneo llevan aparejadas también profundas responsabilidades que tamiza y decanta el genuino crear que no se presta para superficialidades. Los tubos de óleo, clavos, trampas para los ratones y todo cualquier elemento, en manos de Arman o del maestro Antonio Iginio Caro, devienen en objetos de arte, en manos falsarias siguen siendo tubos, clavos o trampas para ratones. No hay lugar, entonces, para engañarse con las vanas repeticiones con pretensiones de originalidad.

Al espectro esquivo de la creatividad siempre imbuida de originalidad pertenece el artista barranquillero Antonio Iginio Caro. Porque el mismo lo quizo así, le ha tocado en suerte (¿si será suerte?) desarrollar un tipo de plástica que por sus fundamentos conceptuales y filosóficos y sus componentes formales, no resulta nada fácil para un medio de criterios tan apegado a lo convencional como es el nuestro.

De ahí que su obra tenga, por si fuera poco lo anterior, además, que llevar obligatoriamente una buena carga de fuerza conceptual y de síntesis formal que la deslinde y distinga de las imitaciones mecánicas.

En sus 25 años de vida artística, su obra testimonia frontal ruptura con los facilismos repetitivos granjeándose el éxito, la admiración y el reconocimiento de la más exigente critica, de la museología, coleccionistas y conocedores cuyos juicios y veredictos son los que valen y pesan para la historia del arte. Lo demás se extingue lánguidamente en “la hoguera de las vanidades”.

Desde un comienzo en su carrera tuvo claro que quería hacer y como lo quería hacer apoyándose en la gracia, imprescindible en todo verdadero artista, que le permite estetizar sus propuestas pues sin ella resultarían impresentables.

Casi siempre los historiadores y críticos de arte tienen un grupo de artistas de cabecera a quienes guardan sus mejores luces, así no lo reconozcan. Son conocidos los casos de Werner Spies con Picasso y botero, de Kynaston McShine con Andy Warhol y Marcel Duchamp (Álvaro Barrios también con este último) de Deborah Solomon con Jackson Pollock, de Frank Russoli con Henry Moore y así muchos más.

Todos ellos con un factor común: es tal el grado de conocimiento y dominio de la obra del artista que necesariamente llega un momento en que asoma la duda. El historiador y crítico desconfía de si “su” artista seguirá siendo capaz de mantener una obra con la calidad que mereciera su admiración y devoción.

Espera con angustia su nueva producción para convencerse –como en los nombres citados- que la llama sigue viva y renueva tranquilo sus afectos. Ello le Sirve para confirmar en su fuero interno que su artista sigue siendo un genio del arte universal.

En mi relación con la obra de Botero es con asombro que recibía sus nuevas pinturas en momentos en que el maestro se hallaba completamente enfrascado en la memorable y amplia serie de “La corrida”, porque eran de asuntos y temas toralmente ajenos a los de “La corrida“, y sin embargo plenas, llanas con la vibración de la identidad pictórica boteriana.

Tal es el significado profundo del asombro en el arsenal del crítico: una prueba casi una infalible para encontrar lo genial en un artista.

Conozco desde hace mucho, sigo y admiro la obra del maestro Antonio Iginio Caro y nunca ha dejado de asombrarme. Pasa que cuando asimilo una de sus elaboradísimas, inteligentes y finas propuestas-instalaciones, no dejo de preguntarme si tendrá en el futuro algo nuevo, original que plantear. Compruebo con asombro la frescura, el vigor y hálito renovador de sus nuevas obras que guardan sutil enlace con las pasadas. No es casual entonces que sea objetivo de coleccionista y museos.

La gracia de su permanente aire nuevo consiste, creo, en que el poseen grado sumo aquello que el gran Daniel-Henry Kahnweiler encontraba en Picasso como fuente de su infinita creatividad: “La inaudita excitabilidad táctil”. Contemplar cualquiera de las instalaciones del maestro Caro es poder adivinar, poder reproducir en la imaginación los gestos, movimientos, ademanes, acciones, manipulaciones, cambios. Intercambios, vuelcos, revuelcos… que él hace cuando crea, poseído táctil”, sus elocuentes instalaciones, sublimadas, estetizadas.

Acaba de ser elegido, una vez más en representación de barranquilla, al salón de artistas costeños el VII, que se lleva cabo en la sede del Museo de Arte Moderno de Cartagena con la curaduría de Eduardo Hernández y la dirección ejecutiva de Yolanda Pupo de Mogollán. Sus obras son “Democracia”, "Los Senadores” y “Objetos de la Cultura”. Para el anterior salón, el VI, también fue escogido con su instalación “concierto para tocar el Museo

Precisamente sobre estas instalaciones. Sus postulados filosóficos y su ideario estético. Aceptó dialogar exclusivamente para este artículo así:

-Encuentras algún nexo de continuidad conceptual, formal y filosófica entre las instalaciones de pasados salones y las actuales “No solamente entre estas obras sino en el conjunto de mis 25 años de trabajo en el arte; siempre ha aparecido la reflexión filosófica, el lenguaje popular y del tremendísimo a que estamos abocados pueblo, senadores, señores de glamour, zapateros, policías, culturas perseguidas y desaparecidas.

Según yo reflexiono así van apareciendo formas, signos, símbolos y por supuesto señales, creando así un código que me permite traspasar la realidad, o crear mi propio universo, mi propio espacio”.

Traspasar la realidad”. En estos 25 años tu obra siempre ha tenido una visión crítica, corrosiva que saca a flote asuntos que estando ahí, nadie quiere tocar. Esto te ha creado dificultades, rechazo, posibilidades de aceptación? “Cuando el verdadero arte se atreve a correr el velo, es posible que te llamen Gil no sabiendo que tu obra es la visión transparente de la vida.

Como cuando te sientas frente al televisor con espíritu inocente y terminas siendo sacerdote o sacristán. Frente a la información, que es de las claves de mi obra, el sujeto tiene que trabajar todos los elementos, codificarlos, transformarlos y devolverlos al espacio. Convertirse en chaman. Es lo que yo intento”.

Aparte de su indudable gnoseología crítica, tu obra ha tenido siempre la ventaja, el privilegio de corporizarse en formas muy elaboradas, refinadas en síntesis sensorialmente atractivas, poéticas. Cómo explicas esto?

“A uno le toca comprimir tal cantidad de información. Todas ellas tienen formas buenas, malas o regulares. En mi caso trato de trabajar con la unidad como elementos de la multiplicidad se crea la obra, porque las ordeno en un esquema, en una configuración que es el mapa de Colombia en la obra “Democracia”.

“Bajo la técnica del constructivismo me juego el proceso de la obra, sobre todo para no caer en si es buena o mala; lo importante es que aquí la obra obedece al aspecto creativo y no a los parámetros convencionales. Cuando Van Gogh hizo sus pinturas fueron horripilantes para su tiempo. Fíjate en mi obra “objetos de la cultura” que llevo al salón.

Tiene armonía, equilibrio, composición y una clave tonal jugando con los tonos o colores tierra. La unidad es la trampa, que está hecha en madera, y seleccioné diferentes tonos de madera como si fueran un color que matizara.

Aplico, dentro de la gama tonal, una luz alta que son los alambres de las trampas; como soporte no utilizo el lienzo convencional, ni pinto textura de tierra ni cielo sin embargo, la alfombra que elija como soporte tiene color exacto para lo que necesito y, quitándole unos pelos de más en los extremos, consigo simbolizar las plumas que necesita para volar como una alfombra mágica cargada de trampas que son los objetos de la cultura quedándonos nosotros como las ratas.

Quien no ha puesto trampa?. Horripilante, como en los tiempos de Van Gogh. “Mi forma no es la convención pero funciona estéticamente”. Por qué? Porque tiene todos los aditamentos de una obra convencional sin caer en bonituras, pero vibrando en la verdadera obra de arte”. Incluso, esta poética creación del maestro caro tiene sonido cuando mecida por el viento suenan las trampas.

 

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