Autor: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Sin protestas en los departamentos de frontera, el Congreso aprobó las nuevas normas para dizque combatir el contrabando y, muy especialmente, para acabar con los pimpineros que han traído siempre desde Venezuela el combustible barato.
Como es ya costumbre en este país, antaño montado sobre el recuerdo de la inquisición católica española, las únicas medidas reales que adoptan en esa ley son las de imponer mayúsculas penas de cárcel, hasta de 14 años, a quien se pare en una calle de Cúcuta o de Aguachica con un par de pimpinas a vender gasolina barata.
Al mismo tiempo el Congreso está discutiendo una nuevo Código de Policía para que dizque darle mas atribuciones a los uniformados en sus accionar de preservar el orden ciudadano. Falso. Lo que hay allí es una colección de arbitrariedades que van a ser consagradas como ley de la república y que llevarán a muchos miles mas a la cárcel .
Para los que creen que el amedrentamiento es la norma que impone el orden. Para los que creen que la cárcel asusta delincuentes, ambas medidas deben ser plausibles.
Pero para quienes pensamos que Colombia en un futuro no muy lejano puede ser hasta gobernada por Iván Márquez o por Timochenko este régimen legalizado del terror en manos del régimen impacta demasiado.
Dejemos de construir carreteras. Dejemos de hacer obras públicas vitales. Dediquemos el presupuesto nacional a construir cárceles porque las que hay no solo están hacinadas sino que nunca serán capaces de albergar tanto preso que ordena la ley. Llenémoslas de pimpineros, de costeños y nortesantandereanos. Asi salvamos la patria.