Autor: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Mis coterráneos vallecaucanos se han caracterizado a lo largo de su historia por un canibalismo a ultranza. Desde las tribus indígenas hasta la colonia el feudalismo nos hace aparecer insolidarios con todo vallecaucano que trate de surgir o que se distinga.
Por estos días hay un ejemplo de ese canibalismo. En el Valle hay dos cajas de compensación familiar, Comfenalco y Comfandi. Desde hace décadas se disputan el mercado. Pero desde cuando a la de la Andi llegó Armando Garrido Otoya cazó una pelea en todos los ámbitos para quitarle afiliados a la de Fenalco que se volvió dañinamente personal y matrera.
Moviendo los hilos que sabe mover la oligarquía vallecaucana, han conseguido que en una interpretación extrajurídica la Procuraduria juzgue los actos del director de Comfenalco y en especial de la Junta Directiva que preside la matrona Rosa Jaluff de Castro, que no son empleados públicos. Pero como esta señora ha sido uribista consumada y Garrido Otoya quería ser ministro de Trabajo de Santos, el asunto se volvió político.
El gobernador Ubeimar Delgado, cediendo a las presiones malévolas de la Caja de la Andi desafilió a todos los empleados de la gobernación que estaban inscritos en Comfenalco, como si la Procuraduria hubiese fallado ya. De esa manera tomó partido y agravó la batalla.
Independiente de si los directivos de Comfenalco se equivocaron o no en sus actuaciones, todas registradas en actas, el espectáculo de canibalismo es deprimente y el haberlo llevado a la pelea nacional entre Uribe y Santos mucho peor. Pero ese es el Valle y por eso anda en las que andan.