Autor: Israel Julián Díaz Rodríguez
Registra la prensa de hoy la noticia: en tres corregimientos del Departamento de Córdoba, se prohíbe por orden del Inspector de Policía el tránsito de Burros por las calles del pueblo, pues son muchos los accidentes que se presentan frecuentemente al chocar los burros con motocicletas.
Mi nieta de 24 años, nacida en Pamplona España y criada aquí en Barranquilla, profesional que ha viajado a Europa, no concibe cómo es posible que un burro pueda chocar con una moto y proporcionar accidentes de tránsito, para ella que solo ha visto un burro de cerca solamente cuando ha ido a la finca de un amigo, le queda muy difícil creer que en la calle de un pueblo pueda darse esta clase de tragedias.
— Abuelo, -me pregunta- ¿cómo puede pasar esto? que se lo explique para ella formarse una idea, pues por más que lo ha pensado, no le es posible encontrar explicación a este fenómeno.
Comienzo por decirle que la comprendo, ya que esto es solo fácil de entender para nosotros los nacidos en el campo en donde el vehículo regular para la gente movilizarse es el burro, animal que desde los tiempos bíblicos ha sido el medio de transporte más usado por el hombre, aprovecho para recordarle, que Nuestro Señor Jesucristo hizo su entrada triunfal a Jerusalén justamente montado en un ejemplar de estos.
Otra cosa, todavía en el siglo XXI existen muchas poblaciones en nuestro país, que solo tienen como vías de comunicación, caminos de herradura por donde transitan únicamente estos animales que sirven para transportar los productos que los campesinos cultivan y sacan al mercado de la ciudad para su venta.
El burro es un animal dócil, manso, resistentes que se adapta a toda clase de clima, se alimenta de hierbas o granos y puede pasarse muchas horas sin tomar agua.
Por su bajo costo y sostenimiento –prosigo– el campesino más pobre es propietario de un ejemplar por lo menos, por ello es muy común ver en los pueblos que en cada patio haya amarrado por lo menos uno, y son tan cuidados por sus dueños que les dan el trato de un miembro más de la familia compitiendo con el perro, porque debo decirte, que no se concibe un campesino de verdad, sin su burro y su perro.
Tal vez querida nieta, lo que te confunde a ti más, de esta noticia destacada por la prensa, es como un burro choca con una moto. Te lo explico así: son muchos los campesinos que salen al pueblo a vender sus mercancías, o sea, productos de la tierra, de sus cultivos, como lo son: yuca, plátano, ñame, papaya, mango, ciruelas y toda una gama de frutas que cultivan en sus parcelas, esto hace que se hacinen en las calles en donde no hay señales de tránsito y si las hubiere, daría lo mismo pues no las conocen.
Esto contrasta y he ahí, tu confusión querida nieta, que no se haya salido de un medio de transporte animal, en este caso burros, y al mismo tiempo circulen motos que simbolizan la modernidad y sobre todo que las haya en tan gran cantidad que se choquen con los burros, cosa que se explica porque los días Domingos y festivos que son los que más gente sale de los pueblos, aprovechan para tomarse sus tragos y bajo los efectos del alcohol, por decir borrachos, pierden el sentido de las distancias y he ahí, el por qué se producen los choques.
Me gustaría querida nieta, que un fin de semana nos fuéramos de paseo por uno de los pueblos por aquí cercanos, y verías con tus propios ojos este fenómeno, o sea, el choque de dos culturas, las del progreso de los hombres manejando sus vehículos a motor, y el estado primitivo del mismo hombre movilizándose en aquel que entró en servicio hace siglos sobre la tierra:
El burro, asno o jumento.