Autora: Blanca Inés Prada Márquez
Leí con grande entusiasmo el artículo de la última revista Semana titulado “La revolución educativa”, donde se hablaba de las 10.000 becas concedidas este año a los estudiantes de escasos recursos que hubieran sacado los mejores puntajes en la Pruebas SABER.
Pero al final me preguntaba YO:
- ¿Por qué el gobierno tiene que premiar a las universidades privadas donde los costos de matrícula son altísimos, entregándoles los mejores estudiantes, aquellos jóvenes que si bien no tienen mucho dinero, si tienen el tesoro más grande para un país que es su juventud, su inteligencia y su amor por el estudio?
- ¿Cómo es posible, me decía a mi misma, que teniendo tan buenas universidades públicas en nuestro país el gobierno les de tanto dinero a las universidades privadas, en lugar de dárselo a las públicas y ayudarles a todos estos talentosos jóvenes con una beca de sostenimiento?
Pero luego me enteré de que fueron los mismos estudiantes “pilosos” quienes escogieron la universidad en la cual querían estudiar ya que el gobierno les había dado absoluta libertad para escoger la universidad y la carrera, y el único requisito era ser aceptado.
Bueno, así las cosas, la reflexión cambia.
1. Buenísimo me parece este esfuerzo que se está haciendo en nuestro país para ayudar a que los mejores jóvenes bachilleres entren a la universidad independientemente de sus recursos económicos.
Sabemos muy bien que la injusticia no está en que todos los jóvenes que terminan el bachillerato no entren a la universidad, sino en que los mejores, los más dotados para hacer estudios superiores, los que de verdad aman el estudio y quieren hacer una carrera universitaria compleja y larga, no lo puedan hacer por falta de recursos económicos.
A muchos de los jóvenes que terminan el bachillerato no les llama la atención hacer carreras largas y complejas, o bien porque desean empezar a ganar dinero rápido, o bien, porque no tienen la disciplina y las aptitudes intelectuales que exige el desarrollo de estudios superiores, sin que por ello no tengan aptitudes para otros trabajos y disciplinas; sin que por ello no tengan derecho, ellos también, a recibir una formación profesional corta que les de mejores posibilidades para enfrentarse al trabajo en un mundo en donde vale más lo que tu sabes hacer, que los títulos que tu tengas.
Por otra parte hay que reconocer que los estudios universitarios superiores no son para todo el mundo, y que si bien es mucha la inversión en dinero que se necesita para sacar un excelente profesional, es también mucho el tiempo, la disciplina, el esfuerzo y el trabajo personal que el aspirante a serlo tiene que aportar.
2. Sería importante preguntarnos por qué la mayoría de estos “estudiantes pilosos”, como los llama la señora Ministra de Educación, escogieron universidades privadas en lugar de escoger universidades públicas:
¿Les preocupa acaso que la exigencia sea mayor en las universidad públicas?
¿Le tienen miedo a los constantes paros y protestas que se viven en las universidades públicas y a la pérdida de tiempo que dichos paros ocasionan?
¿Les llama la atención codearse con los más privilegiados por la fortuna, ellos que son por suerte los más privilegiados con el talento, el cual, valga la verdad, vale mucho más que el dinero?
¿Quizá visitaron las universidades y se entusiasmaron por el campus universitario, por sus laboratorios, por la limpieza y comodidad de sus aulas?
En fin, pueden ser muchos los motivos que los han llevado a tomar estas decisiones, pero quizá sería bueno que las universidades públicas hicieran también su examen de conciencia ahora que seguro van a tener en sus aulas menos estudiantes talentosos de los que era costumbre tener.
3. Lo que si debe tener bastante preocupados a todos los padres de familia de estos privilegiados jóvenes es el COMPROMISO que el estudiante tiene con el programa: la beca es una especie de préstamo condonable al final de la carrera si el estudiante lograr terminar con éxito sus estudios, si no lo logra debe pagarla y la deuda será bien alta.
Bueno, nada es gratis, y cuando se es pobre pero se quiere salir adelante y lograr una brillante carrera profesional hay que ponerle mayor empeño al estudio y como se dice —recargar mucho más las baterías—.
De todos modos, aunque se sabe que los beneficiarios de estas becas son muy talentosos y muy estudiosos, hay muchas causas por las cuales un joven, así sea muy inteligente y consagrado, puede abandonar sus sueños intelectuales, mencionemos dos: puede desilusionarse de la carrera escogida, o puede no ser capaz de adaptarse al medio universitario en el cual va a convivir por los menos por cinco años.
Este asunto de la adaptación es bien complejo. No debe ser nada fácil para un estudiante de bajos recursos, venido del Caquetá, de la Guajira, de la Costa o de cualquier otro departamento, o hasta de una de las barriadas bogotanas, adaptarse a la convivencia con los estudiantes privilegiados por la fortuna que generalmente frecuentan universidades como los Andes, la Javeriana, y otras de alto turmequé en Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla.
Sin embargo los defensores de la propuesta dicen que el pago que las universidades privadas darán al gobierno nacional por haberles hecho semejante regalo, —el cual no sólo es en dinero sino en posibilidades de subirle el nivel académico a sus programas—, será buscar por todos los medios posibles que la integración de estos becarios se logre sin mayores dificultades y sin roce de clases.
Esperamos que así sea y que ningún becario tenga que abandonar sus sueños sólo por motivos de simple discriminación social.