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Mulato de Navidad

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Autor: Teobaldo Coronado Hurtado

Don Leo Tesillo, como casi siempre que visita la Ciudad Heroica desde su natal Barranquilla, se encontraba esa mañana: soleada, resplandeciente y azulosa por el majestuoso mar de Cartagena que la enmarca, meditabundo enfrente a la vieja casona colonial de la Plaza del Tejadillo; al pie de la misma épica muralla de sus juveniles años universitarios.

Pájaro María MulatoObservaba atento a un coqueto e inquieto pájaro María mulato, de negro rutilante, sobre uno de los frondosos almendro que la bordea, bajo cuya sombra se cobijaba cabizbajo; cuando de repente escucha el grito despavorido de tía Mayo:

— “Mira muchacho, muchachos vengan pa´ adentro, no se asoleen, por ahí viene el loco Arturo; vean que ese señor cuando se sale de quicio se desnuda todo hasta quedar en pelota y comienza a tirar piedras a diestra y siniestra”.

Un tanto ofuscado Don Leo le contestó:

— “Oiga niña Mayo, usted parece que estuviera delirando, ¿Olvidó que los niños se fueron para el Canadá la semana pasada?”.

— Anda, -repostó Mayo-, “yo creía que estaban, todavía, por aquí cerca”.

— No Mayo, le contestó: “estoy solo, acuérdese que ellos se marcharon hacia Montreal hacen ya ocho días; lo que más me entristece es que se fueron sin decirme nada, sin despedirse. Ahora me encuentro solitario, no tengo compañeritos con quien jugar en el reconfortante lobby del Hostal del Tejadillo”, comenta, Leo, apesadumbrado.

Sitios de la Cartagena Heroica

Don leo tenía costumbre de apostar con Diego y David al que más pasara los frutos duros y ovalados de los almendros, que recogían del suelo, por entre los azulosos socavones de la muralla, a través de los cuales se proyectan a la distancia morochos pescadores de la Boquilla en sus barcas; los enviaban desde una distancia aproximada de 12 metros, que alternaban jugando a las bolas de uñita. En eso se la pasaban.

Cuando contemplaba, curioso, al intranquilo y saltarín María mulato llegó su inquieta novia María mulata, de plumaje achocolatado, arrogante y silbando presumida su nostálgico canto; como siempre, haciendo honor a la “fartedad” propia de su raigambre cartagenera quien le pregunta algo preocupada:

— ¿Oye viejo Leo que se hicieron mis amiguitos: David, Diego y José Camilo, los “pelaitos” que viven en esa casona amarilla de donde te veo salir con frecuencia?

Fred, la cacatúa de Tony Baretta— ¡Eche! pájaro loco, no sabías que esos “mancitos” arrancaron bien lejos. ¡Si supieras! te cambiaron por otros pájaros más finos y elegantes que tu: por unas hazañosas cacatúas, -le comentó-.

— ¿Te acuerdas de Fred, la cacatúa de Tony Baretta? el detective que personalizaba Robert Blacke en la TV. Bueno, pa' que veas, Diego tiene una como esa. Se largaron para el Canadá. ¡Cómo te parece! Ahora, imagino, no creen en un pajarraco chiflado como vos; son amigos de esos encopetados y relucientes papagayos, nada de avecillas traviesas y entrometías como tú. Ellos: Diego, David y José camilo, me habían comentado, mucho antes de viajar, a manera de queja, lo cansados que estaban porque al menor descuido les arrebatabas sus dulces y confites, les llevabas también sus pequeños juguetes al menor descuido”

La enamorada pareja de María mulatas, al oír tanto lamento, compungidos, se aquietó posándose junticos sobre una rama del almendrero y se pusieron desconsolados a sollozar. El viejo leo, igual, experimentó, contagiado, melancolía tan grande que se puso a lloriquear junto con ellos.

En Laval, al norte de Montreal, tercera ciudad en población del Canadá en donde viven ahora, los tres mosqueteritos del Hostal del Tejadillo han instalado para esta navidad un pino bien alto, hasta el alar del techo, en el antejardín de su casa que su mamá les compró en una nurserie; lo han decorado con guirnaldas y adornos todos de rojo bermellón al estilo canadiense.

Dieguito, en español afrancesado, bastante emocionado, por la llegada próxima de Santa Claus, le cuenta por teléfono, ante una llamada que por estos días le hiciera su viejo amigo currambero, detalles de su experiencia en el país norteño.

Imagínate Leito, le dice, que a la misma hora de la tarde en que las cotorras revolotean por los tejados de tu casa en Barranquilla, más o menos de 4 a 5, se posan en mi árbol de navidad cacatúas a montones de todas las especies: las galah: de color rosa y gris; la abanderada: rosa y blanca.

Hay otras, grandes de color negro: la cacatúa enlutada, también, las cacatúas grises que aquí llaman gang-gang, pero, las más abundantes son las de plumaje blanco con copete amarillo.

Estos papagayos, le dice Dieguito, son atraídos por mi mascota Charlie una cacatúa que mi papá me regaló apenas llegamos a Canadá y que se le pasa diciendo, una y otra vez por estos días invernales: ¡Joyeux Noel! Bonne Aneé!

Parece supieran estamos en temporada de navidad. Son muchas las cacatúas, de paso en mi árbol de navidad, que se han aprendido el estribillo que entona Charlie; podrás suponer la dicha que me produce cuando en coro gritan: ¡Joyeux Noel! Bonne Année!

Don Leo, cuelga el teléfono y se queda cavilando sobre la distancia que lo separa de sus fieles compinches y se conforma pensando en que el tiempo todo lo soluciona; tanto, que ya se le ha ido pasando la congoja porque David, Diego y José Camilo no están; se reconforta recordándolos con profuso cariño e inmensa alegría por los incontables momentos felices que compartir pudo a su lado mientras vivieron acá en Colombia. Que le permitieron volver bullicioso al niño inquieto y travieso que como ellos igualmente fue.

Tiene la seguridad que por allá, en ese hermoso país, ellos llegarán a ser colombianos de los que triunfan. Uno siempre tiene que aspirar a ganar nunca a perder. A ser el primero. Reflexiona “Quedar de segundo es perder” recuerda afirmó en cierta ocasión el tenista Andrea Agassi.

Don Leo parece filósofo cuando piensa que si en algún momento, al fin seres humanos, llegamos a caer, es decir, fracasar, ahí mismo hay que hacer el esfuerzo para volverse a levantar. Vuelve y juega.

Nos erguimos nuevamente con entusiasmo, con ganas, hasta alcanzar el momento definitivo de conseguir lo que se quiere. Hacer realidad sus sueños. Así es la vida un jueguito en el que a veces se pierde; pero si uno se propone, se esfuerza y no se rinde, llegará el tiempo feliz de la victoria definitiva.

Arriba los corazones y a triunfar es su consigna para David, Diego, José Camilo

¡Joyeux Noël ! Bonne Année

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