Moisés Pineda Salazar
Especialista en Sociedades y Culturas del Caribe - Barranquilla, Colombia
Con ocasión de la presentación de Giulio Cesare in Egitto, como cierre de la temporada del MET, es sugerente el hecho de encontrar en la Dirigencia Barranquillera, por lo menos en un importante sector de ella, ajeno a la politiquería, la aspiración de que la nuestra pase de ser una "Ciudad Fenicia" a una "Ciudad Alejandrina", en seguidilla del pensamiento de Julio Enrique Blanco.
No menos sugestivo es hallar que en ambas, en Alejandría y en Barranquilla, sus sociedades comparten un mito fundacional comun, anterior a la entrada de la Ciudad a la "modernidad".
Me pregunto, entonces ¿No será que la forma de ser de una sociedad tiene su "anclaje" en la forma en la que se representa a sí misma a través de los mitos?
Digo yo, ¿no será que la clave de todo está en la forma en la que las representaciones simbólicas "se meten en el alma" del sujeto que vive la ciudad?
Pregunto, ¿no será que todo se remite al mito y no a los discursos ni a las "racionalidades" que nos plantea la modernidad?...
Si, ello es así, ¿hemos perdido una hermosa oportunidad para reflexionar colectivamente en ese proceso que ancla a Barranquilla con el Universo Global desde el más remoto de los pasados...?
Será que, por ello, por las tensiones entre "racionalidad, modernidad, urbanidad" versus, ruralidad, tradición y mito, por lo que las discusiones sobre ese material simbólico son tan encarnizadas y contrarias al espríritu que contienen?
Pregunto...simplemente, pregunto....
Giulio Cesare in Egitto
LOS ENCADENADOS (II)
El “Cocodrilo del Nilo” y el “Hombre Caimán” expresan la identidad de unas sociedades en las que el saurio resume la condición anfibia que, política e ideológicamente, es sincretismo, estéticamente es eclecticismo e históricamente es una forma de resistencia que se confunde con el pragmatismo.
En este año del 2013, es sugestivo que, después de doscientos ochenta y nueve del estreno de aquella obra, el antiguo Sitio de Libres haya sido declarado “Capital Americana de la Cultura”, como Alejandría lo fue del mundo antiguo.
Es sugerente que la dirigencia de Barranquilla nuevamente, y en continuidad con lo que expresara Julio Enrique Blanco, el más grande de entre los pensadores que ha dado “La Arenosa”, suspire por lograr que supere su condición de “Ciudad Fenicia” y se pueda hacer de ella una “Ciudad Alejandrina”.
Una Ciudad dotada de Universidad, Biblioteca, Jardín Botánico, Zoológico, Observatorio Astronómico, Residencia para Sabios, Gramáticos, Médicos, Geógrafos que, unidos a los Filósofos llegaron a formar “una nueva especie de religión” que por acá llamaron, unas veces “Los cívicos” y en otras “El Grupo Barranquilla”, sin llegar- todavía- a la grandeza de Arquímedes el que concluyo algo respecto de la hidrostática; Apolonio, Euclides e Hiparco dedicados a la Matemática, la Geometría y a la Trigonometría y de Herófilo que afirmaba que la inteligencia estaba en el cerebro y no en el corazón. O la de Herón que se aplicaba al diseño de engranajes y autómatas.
Aunque, valga decir, sí los ha habido. Sabios entre nosotros, que han logrado prolongar la vida aplicando lo que aquellos descubrieron; los que en medio de una explosión de inteligencia, han sido capaces de crear mundos nuevos en los que no importa si Hiparco se equivocó y si Aristarco tenía la razón, en tanto que el tiempo se comprime y viene a ser uno solo con el espacio durante años de soledad y que afirman que “los secretos de la inteligencia no están en la masa del cerebro, sino en la cultura”.
Una Ciudad en la que “Gentiles y hebreos, protestantes y católicos, todos trabajaban de consuno en el bienestar de la república”; en la que, al igual que en la mítica, Sobek- el Dios Cocodrilo, el Rey de las Aguas- el “Cocodrilo del Nilo” y el “Hombre Caimán” expresan la identidad de unas sociedades en las que, tanto en Alejandría y como en Barranquilla durante toda su historia, el saurio resume la condición anfibia que, política e ideológicamente, se manifiesta en el sincretismo, estéticamente en el eclecticismo e históricamente en una forma de resistencia que se confunde con el pragmatismo.
La herencia de Filosofía Neoplatónica en la llamada “Escuela de Alejandría” durante los Siglos II y VII, caracterizados por el intento de conciliar doctrinas distintas, dejando de lado las diferencias internas, promoviendo la cohabitación y la armonía que nutrieron las tradiciones Judías, Cristianas e Islámicas, muchísimas de las cuales se mantienen vigentes más allá del esfuerzo por hacerlas desaparecer, anatematizándolas, desde la ortodoxia de las diferentes Religiones Monoteístas.
Por eso, no deja de ser sugestivo que la puesta en escena de una versión de Julio César, a cargo de Hofstteter en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, el Cocodrilo sea uno de los actores que circula por el escenario de la misma manera como lo hicieron en el inicio del espectáculo musical montado con ocasión del Bicentenario de Barranquilla, a los acordes de “Se va el Caimán” en La Plaza de La Paz.