Son la mitad de la población mundial, tienen la mayoría de los cargos de poder, siempre han sido los jefes del hogar, pero un nuevo libro, The end of men, de Hanna Rosin, señala que su reinado está a punto de terminar.
En Corea del Sur, una de las sociedades patriarcales mas rígidas donde hasta hace poco se valoraba dar luz a varones, ahora los padres prefieren tener mujeres. En China, más del 40 por ciento de ellas son propietarias de negocios privados. En todo el mundo, excepto en el continente africano, las mujeres dominan las universidades.
En EE. UU, una de las quince categorías de trabajo que van a crecer más en la economía en la próxima década, la mayoría son profesiones netamente femeninas. Y en Islandia, nadie resumió todo lo anterior de mejor manera que la primera ministra Johanna Sigurdardottir, elegida en 2009 gracias a una campaña contra la elite masculina que llevó al país al derrumbe del sistema bancario: “Llegó el fin de la era de la testosterona”.
Pero es Rosin, que con cifras y hechos palpables va dando cuenta del fin de la preeminencia masculina y del surgimiento de las mujeres en la sociedad actual. Por primera vez en la historia los hombres no tienen el control de la fuerza laboral y en las universidades son superados en gran número por las mujeres; por primera vez en la historia, el papel de los hombres como jefes de hogar está cambiando a favor de una matriarcado en el que ellas prefieren criar solas a sus hijos y tomar las decisiones.
Es llamativo que esta transformación no sea consecuencia de años de lucha feminista, sino de los cambios en el modelo de producción económica. “En el pasado, los hombres sacaban ventaja de su tamaño y fuerza, pero la economía pos-industrial es indiferente a los músculos”, dice Rosin.
Un gran motor de este cambio es la educación; en Qatar y Guyana las mujeres conforman el 70 por ciento de los graduados. En Colombia, las universidades también sean feminizadas. Según el informe de la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, ellas son mayoría en educación universitaria y especialización.
“En Santander, las mujeres superan a los hombres en matrícula y en graduados universitarios, a la vez que desertan menos del sistema educativo en este nivel”, señala el informe de política pública para la Equidad de género.
Mientras todo esto sucede, los hombres no han podido adaptarse a las nuevas reglas de juego y parecen en permanente huelga de brazos caídos. Es cierto que hoy hacen ciertos oficios domésticos y se encargan de los niños más que antes, pero muchos están despistados y “no han caído en cuenta de que han perdido ciertos privilegios”, dice la sicóloga Connie de Santamaría.
En su libro, Hanna Rosin no está planteando que ahora las mujeres comenzarán a regir el mundo, ni tampoco que se ven asomos de venganza femenina por años de opresión masculina. Su punto es que el hombre proveedor que no lava ni un plato y ve a su mujer como inferior, está llegando su fin y por lo tanto debe reinventarse; y la sociedad debe ayudarle en ese propósito.
(Revista Semana, edición 1586, resumido)