Autora: Carmen Pinilla Díaz
La terrible experiencia de vida que Cecilia, nuestra tercera madre (la primera fue la propia –Margarita-, la segunda Elisa y ahora ella) nos está dando con su enfermedad, nos indica lo siguiente: todo en la vida tiene un precio, que tarde o temprano tenemos qué pagar; mi hermana nunca tuvo tiempo para ella, siempre ha estado (y sé que seguirá estando) en función de los demás, pero nunca de ella: de mente, de corazón, de cuerpo y de alma, vivía pendiente de todos en general, fuera familia, amigos o simplemente un desconocido que tocara a su puerta; eso están bien, no lo niego, pero pasa lo siguiente:
Jesús, nuestro amado Maestro, que anduvo por este Planeta durante 33 años, siempre sacaba tiempo para Él; la misma historia bíblica, -que narra Su palabra- lo dice: “Después de una jornada completa, sacaba tiempo y se iba al monte a descansar y a hablar con Su Padre; cuando la muchedumbre lo atosigaba, se perdía y se ocultaba”, no porque quisiera hacerlo, sino porque el cuerpo -el vehículo en el que todos andamos- necesita un descanso, para seguir el camino.
Si un vehículo se trabaja día y noche sin someterlo a mantenimiento, a reparación, el engranaje va perdiendo fuerza y termina -palabras más, palabras menos-, en un accidente. Incluso un animal –caballo, mula, camello, dromedario, elefante- que son sometidos a cumplir lo que hace un vehículo, sino se le permite un descanso, termina tirado en el piso seco de los desiertos o en cualquier calle de una ciudad.
Exactamente sucede con nuestro vehículo humano: si lo sometemos a jornadas fuertes, tanto físicas como mentales, la “gasolina” pronto se acaba y el engranaje óseo y muscular termina en el piso; una lección que nos da la vida, la está aprendiendo mi hermana para que la ponga en práctica cuando el Médico de los médicos decida levantarla de la camilla con sus bellas Palabras: “levántate y anda”.
No estoy diciendo que debemos estarnos quietos; NO. El camino lo debemos transitar apoyados y apoyando a los demás, pero teniendo en cuenta que el “vehículo” necesita reparación, mantenimiento, como igual dejarlo en el “garaje” de cuando en cuando.
Mi hermana vivía (o vive) en función de los demás, y todos somos conscientes de que eso es así; pero, ¿qué sucedió?: tuvo descansos, pero no cómo debía ser: caminante como muy pocos en el mundo de hoy, sometía el cuerpo su ”vehículo” los fines de semana festivos –sábado, domingo, lunes- a jornadas fuertes, con la mente puesta en las cosas que dejó pendientes y que debía realizar cuando regresara, en fin, descansos que nada le favorecían.
Experiencia de esta situación la tuvo, hace algún tiempo, un hermano de su esposo, -médico psiquiatra que vive fuera del país-, cuando hizo este comentario: “Me voy preocupado con Cecilia, porque ella no tiene tiempo para ella: vive en función de los demás, si come, si duerme, es pensando en fulano, en zutano, en todos, menos en ella misma y eso la puede llevar a un colapso y muy fuerte”, palabras proféticas.
Que esto nos sirva a todos para, al tiempo que nos entregamos en favor de los demás, pensemos e imitemos a nuestro amado Jesús: reparemos nuestro “vehículo”, para que pueda seguir funcionando como bien lo necesitamos y así podamos seguir el camino apoyando a nuestros hermanos.
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HOMENAJE PÓSTUMO A CECILIA PINILLA
UN “HASTA PRONTO”
Hace unos cuántos años, en el cumpleaños de uno de mis hermanos, compuse una canción que titulé el “Ramillete familiar”; en ese poema, sin pensar en el futuro de cada uno de ellos, fui sintetizando lo que sería cada quien en la vida de los demás.
La estrofa que le correspondía a Cecilia, dice:
“Cual milagro bendito aparece otra estrella
La que será la guía de este dichoso hogar:
Cecilia será el árbitro, que a toda la familia
En la vida, sus caminos, tendrá que señalar”.
Y cómo cumplió ese objetivo: Todos, su esposo, sus hijos, sus hermanos, sus amigos, todos somos conscientes de que ella sí fue el árbitro que los unió a todos, incluso a las siguientes generaciones.
Manejó el barco de la vida con la pericia del mejor capitán y cuando las olas embravecidas chocaban amenazantes sobre la proa, ella, “la valiente capitán”, aún en contra de su propia supervivencia, salía a amainar la borrasca, diciendo, como bien lo dijo el Maestro de Galilea: “No teman, aquí estoy yo”.
En todos los embates de la vida, cuando alguien de su familia, de sus hermanos o amigos, o un simple desconocido, se enfrentaba ante la realidad de un problema, ahí estaba ella, descuidando sus propios deberes, corriendo de aquí para allá, de allá para acá, y todo para ayudar a resolver las angustias ajenas. En una palabra, “entregó su vida en aras de los demás”, cumpliendo el mandato de Dios.
Cecilia, hermana, madre y amiga, sé que estás aquí, en medio de nosotros, que con la menta puesta en el infinito, te vemos volar sonriente al encuentro del Amado; de modo que, querida hermana, empezaste el recorrido final, esta vez no con Rastros, ni con Caminantes, sino buscando el rastro del Esposo querido, que te espera en compañía de nuestros padres, de Elisa y de todos los que nos precedieron. El banquete está listo, pero falta el invitado especial: TÚ.
De modo que:
“Vuela alto, mariposa, vuela alto
Que el cielo está abierto para ti,
Vuela alto, valiente mariposa
Y espéranos allá, en la inmensidad sin fin”.
Saliste de la oruga, espléndida criatura
Llevando entre tus alas el polen del amor
Semillas que sembraste cual germen milagroso
Y que serán por siempre la visa ante el Creador.
Vuela, vuela, valiente mariposa
Libre de ataduras, de angustias y dolor
Libera bien tus alas y enrumbe al infinito
Llevando desde aquí, saludos al Señor.
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BIOGRAFIA DE CECILIA PINILLA DE VARGAS
(Con la música del “millón de amigos”
Venga conmigo a cantar, Cecilia
Venga conmigo a cantar la vida
Pero no quiero cantar solita
Yo quiero aquí toda mi familia:
Pinilla Díaz, Rueda Pinilla
y los que forman esta hermandad
Yo quiero que vengan los invitados
Para Cecilia felicitar (bis)
Nació el 14 mes de septiembre
En San Vicente de Chucurí
En el hogar bien conformado
Por doña Márgara y también don Luis;
Siendo la séptima de diez hermanos
De esta familia tan singular;
Yo quiero que vengan los invitados
Para Cecilia felicitar (bis)
Comenzó estudios en San Vicente
Aquella tierra que abraza el sol
Y terminando en Zapatoca
En el colegio Presentación;
Y regresando a la tierruca
Donde comienza bien su ascensión;
Yo quiero que vengan los invitados…..
Con Alejandro Sarmiento Gómez
Se hizo Cecilia muy popular
Pues del comienzo mostró su temple
Que llevaría hasta el final..,
Y destacándose en San Vicente
Joven segura y muy leal;
Yo quiero que vengan los invitados…
Pasando el tiempo llegó Cupido
Muy seriecito y muy formal
Ramiro Vargas fue el elegido
Para llevarla hasta el altar..
Y ya muy pronto llegó familia
Olga Cecilia, bella sin par..
Yo quiero que vengan los invitados…
Venga conmigo a ver Cecilia
Este niñito tan singular
Oscar Ramiro el encargado
Del apellido perpetuar;
Aunque el Pinilla quede a la vera
Cuando él quisiera su hogar formar;
Yo quiero que vengan los invitados…
Don Pablo Emilio Serrano Gómez
Quiso a Cecilia bien ocupar
Por mucho tiempo su contadora
Su mandadera y no sé qué más..
Y fue don Marcos su consejero
Su buen amigo, como un papá
Yo quiero que vengan los invitados…
Pasando el tiempo cambió de sitio
Y con Ramiro vino a parar
Bucaramanga fue su destino
Y su familia llegó a aumentar;
Con ella entonces llegó su suegra
Señora Amelia, otra mamá..
Yo quiero que vengan los invitados…
El tiempo sigue mientras Cecilia
Irá cambiando su voluntad
Con entusiasmo acoge al pobre
Al desvalido, y al sin hogar;
Por eso el tiempo premia su vida
Y la cigüeña va a aterrizar..
Yo quiero que vengan los invitados….
Claudia Marcela es la niñita
Que hoy acompaña ese lindo hogar
Ya que los otros andan muy lejos
Y poco pueden aquí llegar;
Y entonces ella, doña Cecilia
Mata las horas al caminar…
Yo quiero que vengan los invitados…
Va por los montes, va por los campos
Haciendo amigos aquí y allá
Mientras su alma busca afanosa
Al Dios del cielo en los demás;
Entrega amor a manos llenas
Y a todo el que ella pueda ayudar..
Yo quiero que vengan los invitados…
Por eso entonces a los setenta
El mundo quiere felicitar
A esta dama de las camelias
Que nunca, nunca va a renunciar;
A ser Teresa la de Calcuta
La que se entrega a los demás..
Yo quiero que vengan los invitados…
Felicidades querida hermana
Amiga buena, nuestra mamá
No solamente de sus hermanos
Sino de todos que a ella van;
Que el Dios del cielo muy bien le pague
Por lo que hace por los demás..
Yo quiero que vengan los invitados
Para Cecilia felicitar, (bis)