Al despelote que se ha armado en torno a la decisión del tribunal internacional de la Haya de quitarle unos kilómetros de mar a Colombia y dárselos a Nicaragua, se le podía aplicar el título de la comedia de William Shakespeare “Much Ado About Nothing” (Mucho ruido y pocas nueces, 1600).
Se ha hecho demasiado ruido por muy poca cosa. Lo que debería haber hecho la Corte para no ponerle más problemas a Colombia y satisfacer a Nicaragua, era haberle dado también los cayos de Roncador y Quitasueño, en vez de dejarle ese corredorcito ahí para que los intrigantes de allá y de acá hagan su agosto y busquen pleitos y más pleitos.
A mi realmente me parece que el alboroto no vale la pena, bastante mar tiene Colombia, dos grandes costas muy descuidadas, por cierto, y unas Islas hermosísimas pero con muchos problemas debidos a la mala administración allá, y al descuido del gobierno central. Es más, si no fuera por los conflictos que han surgido con Nicaragua, las islas estarían aún peor, pero por el miedo de perderlas algunas cositas se han hecho.
Pero lo más molesto es que sabiendo que este fallo es inapelable, el presidente Santos, tal vez por complacer a la gente, en particular a los sanadresanos, haga un discurso completamente ambiguo, donde primero habla de todo lo que logró hacer el tribunal y luego repite que “no podemos aceptar este fallo”.
Mentiras, él más que nadie sabe que debemos aceptarlo. Además que rimbombante eso de reunir a todo su gabinete y a los ex presidentes, casi como si hubiéramos perdido todo un departamento. Todo esto me pareció un poco teatrero, quizá se está tratando de esconder algo más importante y como los gobernantes saben que nada une más al populacho que las intrigas de algún vecino, dar la señal de que la soberanía del país está en peligro y que el gobernante la está defendiendo siempre les ofrece buenos dividendos.
Lo que debe hacer nuestro presidente y en general el gobierno, es trabajar más por el mejor desarrollo y conservación de nuestras costas, incluida nuestras bellísimas islas; trabajar al menos por su limpieza, por su educación, por los servicios básicos, por la equidad social. Si hay un lugar donde la pobreza y la miseria salten abruptamente a la vista, esta es la región del mar Caribe, o la costa Atlántica.
Bueno y esto lo digo porque la conozco bien, pero sé que por los lados de la costa pacífica las cosas no deben andar mejor. Cuando en el 2002 gracias a Cededuis, tuve la suerte de pasar ocho días en San Andrés dictando un seminario a un grupo de profesores, pude darme cuenta del atraso enorme en todo, pero particularmente en educación, en que se encontraba la isla, ni siquiera biblioteca pública había.
No creo que en estos diez años hayan cambiado mucho. Entonces para qué tanto ruido si ni siquiera somos capaces de mantener limpia, segura, ordenada, con buena educación y sin miseria a la linda Cartagena, que nos vamos a poner a pelear por las aguas de Roncador y Quitasueño, no vale la pena, y esto lo digo a pesar de que el presidente Ortega no es para nada “santo de mi devoción”.
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